“Limpiando la oscuridad del Alma”
Herir con las palabras: ¡Una dolorosa experiencia!
Escrito por Solia Ma. Centeno de Baglivo
Santa Cruz de la Sierra, 21 de Marzo del año 2018
Uno de los grandes aprendizajes que tenemos como ser humano es aprender a usar las palabras de manera inteligente, las palabras son un instrumento de creación de nuestra realidad, con las palabras podemos construir o destruir relaciones humanas, podemos construir o destruir sueños, ajenos y propios, con las palabras podemos dejar un legado de amor o de desilusión.
Aprendemos a utilizar las palabras en la manera que escuchamos la expresión verbal de nuestro entorno familiar y social desde la niñez, nos entrenamos en el uso de las palabras cada día en los libros que leemos, en los programas que elegimos ver en la televisión, en las revistas y periódicos que leemos, en las películas que observamos, inclusive en las conversaciones que escuchamos en el transporte público, en los mensajes que leemos en el internet y redes sociales o en las charlas ocasionales en los eventos de familia, amigos e inclusive en las conversaciones de los transeúntes de las calles.
En el sistema Educativo Escolar y Universitario es inexistente una materia de uso de las palabras acorde con los valores culturales de la región y un materia de construcción y desarrollo de relaciones humanas. Aprendemos a ser inteligentes y prudentes con el uso de las palabras en la medida que cometemos errores y sufrimos las consecuencias del uso imprudente e incorrecto.
¿Cómo saber cual es el uso correcto de las palabras?
No existe un código único y perfecto que defina que es bueno y malo, lo que para una familia puede ser malas palabras para otra puede ser indiferente, lo que para una sociedad puede ser incorrecto en la expresión, para otra puede ser gracioso, las palabras que puede ser insultos para una persona para otra puede ser normal porque fue criada entre personas que se expresaban de manera natural con insultos.
En definitiva no existe buen uso o mal uso de las palabras, lo que existe son palabras que hacen feliz o que enojan a una persona, como no tenemos conocimiento absoluto que palabras ó expresiones hacen feliz o enojan a una persona, lo mejor es evitar hablar todo lo que uno piensa, a veces los pensamientos pueden llevarnos a exagerar o menospreciar los pensamientos ajenos, más aún si no conocemos bien la filosofía de vida de la otra persona y si utilizamos demasiada sinceridad y franqueza podemos hablar demás o utilizar palabras que no son las adecuadas y no expresan la realidad de los hechos, muchas veces en entornos culturales donde las palabras son utilizadas de manera informal sin tomar conciencia del poder que poseen, podemos ocasionar malestar, inclusive ocasionar heridas emocionales a personas que sí le dan el valor y actúan con formalidad y devoción en la expresión de sus palabras.
La mayoría de las relaciones humanas que se destruyen o se distancian es por diferentes formas de pensar que no encuentran punto medio de reconciliación por extrema devoción de cada parte en los valores personales y familiares de cada parte, de la misma manera la mayoría de las veces que somos hirientes con las palabras lo hacemos de manera insconciente desde nuestro punto de vista sin pensar en el punto de vista de los demás, es señal que todavía estamos en proceso de actuar desde el ego personal y la única manera de aprender a desapegarnos del ego al expresarnos es aprendiendo las consecuencias dolorosas de las reacciones que provocamos con el uso de las palabras consideradas por el entorno como “hirientes”.
Error tras error, dolor tras dolor, es la escuela que la mayoría elegimos para aprender a ser prudentes y responsables con el uso de nuestras palabras, en lo personal utilicé las palabras de manera informal e inconsciente muchas veces, de la misma forma me expresaba todo lo que pensaba de manera emocional sin usar el filtro que se llama “ponerme en el lugar de la sensibilidad otro”, y también actué muchas veces desde el ego personal creyendo que todos tenían el mismo pensamiento que llevaba en la mente, usaba la burla, la ironía, el doble sentido, demasiado genérica, ambigua, en fin llena de contradicciones por ignorar el gran valor que tienen las palabras en la creación del Universo y de mi vida diaria, gracias a provocar reacciones de malestar, enojo, desagrado y desilusión, y a todos los amigos que perdí por ocasionar melentendidos con mis palabras aprendí la lección de “respirar y pensar antes de hablar: si lo que voy a expresar provocará felicidad, alegría, bienestar en la otra persona entonces puedo hablarlo; o al contrario si lo que voy a expresar provocará enojo, malestar u ofensa en la otra persona o desconozco sus valores y no sé como va a reaccionar”, ante la sensación de provocar el malestar y ante la duda, mejor el silencio ó mejor ser prudente y objetiva al hablar para evitar los malentendidos, podemos resumir que día a día uno de nuestros enfoques es aprender a “edificar, construir” con nuestras palabras y evitar “destruir” con ellas.
El uso de las palabras tienes que ver con el uso de las emociones, con el uso de la información que llevo en la mente, con la capacidad de aprender a escuchar a los demás y con la observación del lenguaje corporal de la persona para percibir la comodidad ó la incomodidad que ocasiono con la expresión verbal y entonación que estoy utilizando.
Aprendí a estudiar las relaciones humanas, volví a usar diccionario para escribir, volví a leer libros de crecimiento personal para fortalecer términos en la mente que fortalezcan la educación en valores y motiven hábitos saludables para educar las emociones, aprendí a practicar el silencio para escuchar más y hablar menos, aprendí a observar fijamente a los ojos para conectarme con el alma de la otra persona y percibir su frecuencia de sensibilidad emocional, son segundos de inspiración para respirar y utilizar el filtro mental que me brinde las mejores palabras y expresen lo mejor de mí para generar bienestar en la otra persona al momento de expresarme, y si no tengo nada bueno que transmitir mejor evitar hablar, respirar profundo y continuar el camino, caminar en silencio y mirar el cielo es una buena terapia para mover energía y reencontrarme con la paz interior, ahora entiendo el refrán “A boca cerrada no entran moscas”.
Al terminar el día podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Cómo reaccionó cada persona el día de hoy con las palabras que expresé a cada una de ellas? ¿Estoy construyendo con mis palabras un mundo mejor y buenas relaciones humanas? ¿Mis palabras transmiten lo mejor de mis sentimientos?
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